Mi metro cuadrado

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miércoles, 7 de noviembre de 2018

Vivir en el alambre... ¡Te tiene que compensar!

  Cuando uno tiene una vocación, está condenado a vivir en el alambre. Es de sobra conocido y sabido, pero nunca valorado, que un escritor, un actor, un cómico o un músico, en el 85% de los casos, y quizá me estoy quedando corto, precisa dedicar su tiempo, dedicación y talento a otra profesión o desempeñar otro trabajo, normalmente por cuenta ajena (se supone que nos aporta una mayor "seguridad" y "estabilidad"), para poder obtener una remuneración "estable" que le permita llenar la nevera, pagar el alquiler o hipoteca y las facturas de servicios que precisas para tener un "bienestar" o unas facilidades vitales socialmente arraigadas como necesarias. 

   La teoría nos dice que, lo verdaderamente cierto, es que necesario necesario, como tal para vivir, sólo son los alimentos, por temas nutricionales, pero en la práctica, también precisamos de un "techo" en el que vivir y que en el caso de España es un derecho constitucional, en teoría, porque la especulación urbanístico inmobiliaria en connivencia con los poderes no separados ni independientes del estado español lo convierten en un auténtico lujo y exclavitud financiera para los ciudadanos, y eso es en la mayoría de casos, lo que más nos condiciona a la hora de dedicarnos por entero a nuestra vocación real (el que la tenga) y optar por priorizar aceptar cualquier trabajo bajo condiciones que en la mayoría de casos y sectores profesionales vulneran por completo derechos históricos conquistados en favor de los trabajadores. 

   Ni que decir tiene que, además de las disciplinas culturales de los oficios mencionados anteriormente y otras que me pueda dejar, cabe incluir otro perfil, el de los divulgadores de las mismas, bien seamos productores de televisión, comunicadores, periodistas o presentadores en general, lo tenemos igual de difícil, sino más, para vivir y dedicarnos plenamente a nuestra pasión, a nuestra vocación. Necesitas, injustamente y por desgracia, caer en gracia a alguien importante en un medio de comunicación, o suscitar interés de algún modo en algún poder político, representante o público o institución para que no te falte nunca el trabajo y los ingresos derivados del mismo, habiendo una competencia desleal e injusta muy evidente en el sector. 

  No obstante, y pese a todo ello, al final, queda la pasión, queda la vocación, queda el disfrutar del trabajo, de dedicarte a lo que te gusta, disfrutando del proceso creativo necesario para llevar a cabo y materializar un proyecto, una producción, y de los tiempos que transcurren entre que ve la luz un proyecto y el siguiente, la burocracia en los procesos administrativos, el hacer las cosas bien, de manera legal y transparente y sobre todo ver plasmado en resultado final después de tanto trabajo árduo e interminable hace que todo merezca la pena, incluido éste vivir en el alambre constante que hace que tengas que persistir mucho más los "agraciados" que no requieren de ello para estar cada día al alcance de cualquiera.  

  Nunca tiraré la toalla, cueste lo que cueste, lo conseguiré, pero nunca más regalaré mi trabajo ni el de los compañeros que me acompañen en las "aventuras" que emprenda.


Iván Valverde. 
Productor Ejecutivo.
VG Producciones Audiovisuales.

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